Origen de la primera congregación de hermanas misioneras de Puerto Rico
Por: Valeria Alicea Guzmán
Entre pocos datos oficiales de archivos eclesiásticos y relatos que se han recopilado a través de los años, la Congregación Hermanas Misioneras del Buen Pastor busca esclarecer e inmortalizar sus orígenes.
Su génesis se remonta al trabajo de una líder laica llamada Elisa Ana Blanco Morales, quien identificó la necesidad de formar una congregación que atendiera las necesidades y problemas del pueblo. Elisana, como cariñosamente le llamaban, fue concebida por Eliodoro Blanco y Sofía Morales. Nació un 11 de febrero de 1888 entre las montañas de Corozal. Vivió dos momentos históricos: la colonia de España y el proceso de colonización de Estados Unidos.
Se cree que su inclinación por la religión y el catolicismo nace cuando se trasladó a Estados Unidos en 1899 y estudió en la Academia Saint Aloysious en Ohio donde laboraban religiosas alemanas. Para 1907, regresó a Puerto Rico a trabajar en la librería La Propaganda Católica donde conoció a varios sacerdotes y al Monseñor Jones, quien le lanzó la idea de fundar una congregación puertorriqueña.
Desde ese momento, Elisana entró en contacto con la realidad eclesial de principios del siglo XX. Pese a la muerte del Mons. Jones, la líder continuó gestando la iniciativa y comenzó a reunir a mujeres interesadas en impartir la catequesis.
“Cuando vemos la historia de la congregación, nuestras primeras misiones fueron dirigidas al tema del catecismo, visitas a la pastoral, visitas a cárceles. Mientras ha transcurrido el tiempo, se hace un análisis con todas las hermanas para identificar las necesidades del pueblo”, explicó la hermana Widalys Meléndez Torres, quien es la directora ejecutiva del Centro Buen Pastor.
Con relación al origen del nombre, un suceso que presenció Elisana fungió como inspiración para denominar Congregación Hermanas Misioneras del Buen Pastor a la primera congregación católica puertorriqueña. Una de las personas que apoyó a Elisana fue el Padre Ramón Sercu, quien trabajaba en la parroquia de Aguas Buenas. Para el 19 de junio de 1929, el sacerdote decidió llevar unos fieles y unas niñas a un paseo al pueblo de Cidra. Después, visitaron un río en Comerío donde decidieron bañarse. En el lugar, comenzaron a escuchar unos gritos de las niñas que estaban siendo arrastradas por la corriente de agua. Tras intentar rescatarlas, el Padre Ramón murió ahogado junto con una de las niñas, mientras que otra se salvó.
“Elisana conmovida por lo sucedido encontró en el Evangelio del Buen Pastor no sólo consuelo sino también el nombre de la asociación por nacer: Misioneras Puertorriqueña del Buen Pastor, quienes a imitación de su Divino modelo debían estar dispuestas a darse todas por la salvación de las almas”, reza parte de la biografía escrita de Elisana.
Según Meléndez Torres, aunque la aprobación final eclesial de la congregación fue el 2 de octubre de 1940, el grupo estuvo formándose desde finales de la época de los 20.
“La fecha que tenemos como de fundación del grupo es el 1 de mayo de 1931. Hago énfasis en la fecha en que comienza la Asociación Puertorriqueña del Buen Pastor porque eso de que tuviese incluido la palabra “puertorriqueña” en la época de los 30 ‘s causó también mucha molestia no solo de personas en la iglesia, sino de grupos políticos”, comentó la también profesora de historia.
Una de las barreras que enfrentó la congregación fue que muchos grupos la vincularon con grupos de izquierda. “Otra dificultad que tuvo la asociación fue que estaban viviendo la secuela de lo que estaba pasando en Estados Unidos con la Gran Depresión”, explicó.
Ante el panorama social, se le hacía difícil a las hermanas de la congregación el mantener una misión, y enfrentaron problemas económicos. Elisana, con el fin de continuar apoyando económicamente a la comunidad religiosa, continuó trabajando en la librería. Para la fecha de la aprobación eclesiástica, a Elisana le recomendaron que frente a la comunidad estuviesen las Hermanas de Notre Dame para la formación de las nuevas candidatas.
“Esto significaba que unas norteamericanas vinieran a formar a una comunidad puertorriqueña. La colonización venía desde todas las áreas. Y quizás tenían razón porque nunca había habido una congregación puertorriqueña, pero ese mismo hecho hizo que Elisana se alejara un poco porque ella estaba bien clara en sus ideales. Pudieran decir que era una nacionalista, pero estaba bien clara en que la comunidad era una comunidad para Puerto Rico y de Puerto Rico”, expresó Meléndez Torres.
En 1971, Elisana murió fuera de la congregación. Nunca estuvo dentro del grupo por el que luchó y trabajó. Muchas personas atribuían al Espíritu Santo la fundación de la congregación por la falta de reconocimiento de la labor y contribución de Elisana. Sin embargo, no fue hasta finales de los 90 y principios de los 2000, que las hermanas que pertenecen al Consejo de la Congregación Hermanas Misioneras del Buen Pastor comienzan a relacionarse con la familia de Elisana.
En 2012, sus restos fueron trasladados al Centro Buen Pastor y están ubicados en el patio de la comunidad. Para Meléndez Torres, destacar la figura y el legado de Elisa Ana Blanco Morales representa parte del proceso de sanación de la historia de la Congregación Hermanas del Buen Pastor.
Con el propósito de continuar con la misión de la congregación, desde el 1956, el Centro Buen Pastor se formó como una organización sin fines de lucro adscrita a la Congregación Hermanas Misioneras del Buen Pastor e incorporada en el Departamento de Estado de Puerto Rico en el 1997, que promueve el desarrollo integral de las personas.