Joyería Catalá: 92 años de historia
Por: Valeria Alice Guzmán
Las perlas se han destacado en la historia por su rareza, belleza y valor, pero también por ser un medio de sustento para muchas familias. Desde 1930, para la familia Catalá, las joyas y el arte de la orfebrería han servido de instrumento para sostener un negocio por tres generaciones.
Ubicada entre los coloridos edificios que datan de los siglos XVI y XVII del Viejo San Juan, la Joyería Catalá alberga joyas de calidad, un moderno taller de reparación de joyería fina y el deseo inquebrantable por preservar un gran legado. La más antigua joyería fue fundada por Jaime Catalá Pietri. Entre joyas y perlas, crió a sus tres hijas: Nellie, Lilliam y Annie.
“Somos en estos momentos la joyería más antigua del Viejo San Juan y posiblemente de la isla. Hemos podido sobrevivir en un ambiente de cambio constante y retos que ha vivido nuestra isla especialmente en los pasados cinco años. Es maravilloso poder continuar el legado de nuestro padre, Jaime Catalá Pietri, y las cualidades de respeto y cariño que heredamos de él y que extendemos a nuestra clientela constantemente”, expresó Lilliam Catalá.
Pese a que desde pequeñas aprendieron sobre la confección de collares y el servicio al cliente, las tres hijas Catalá decidieron formarse desde otros ámbitos académicos.
En el caso de Nellie, el periodismo y la decoración fueron sus dos elecciones. Para Lilliam, los idiomas y la afición por el ballet clásico marcaron su carrera profesional. Por otro lado, Annie siempre soñó con ser actriz y, aunque participó en varias producciones, optó por el lado de los negocios.
Aunque recorrieron por estudios profesionales distintos, la herencia y el amor por la orfebrería unió el camino de las hermanas Catalá. Cuando tomaron la dirección de la joyería, cada una se desempeñó en su área de interés. Annie, quien murió en pasado año, se dedicó a llevar las cuentas claras de la empresa familiar. Por su parte, Nellie llevó el arte de la decoración a la joyería y visitaba ferias de prenda en Nueva York. Lilliam utilizó sus destrezas de mediación y diplomacia las empleó en el servicio al cliente.
Entre altas y bajas
Lilliam contó que situaciones externas, como a todo negocio, le hacen pasar temporadas de altas y bajas. Sin embargo, aseguró que gracias al esfuerzo y a la capacidad de reinventarse han logrado alcanzar metas.
Asimismo, compartió que ofrecer servicios, como el diseño y anudado de collares y la reparación y rediseño, ha sido pieza clave para persisitir por más de 90 años.
“Hemos buscado continuar siendo ese lugar donde el cliente puede obtener soluciones y sentirse que pueden confiarnos sus piezas de joyería por la credibilidad y honestidad que nos ha caracterizado por tantos años”, sostuvo.
Otro aspecto que Lilliam destacó fue el uso de la tecnología como herramienta para aumentar las ventas, ampliar el alcance y darle mayor exposición al negocio.
“Según nuestros clientes de muchos años y aquellos que nos visitan por primera vez, nos distingue el trato afable y respetuoso, dicen sentirse ‘como en familia’. También mencionan la confianza que tienen en nosotros por más de noventa años en el mercado de las joyas, y el conocimiento sobre la diversidad de piezas que tenemos en nuestro inventario”, aseguró.
Cuatro generaciones
Para Lilliam, más que la cantidad de años, sienten satisfacción porque cuatro generaciones han contribuido por preservar el legado de Jaime Catalá Pietri.
“Mi hijo Constantino, por ejemplo, se ha convertido en uno de los gemólogos y tasadores más reconocidos en Puerto Rico. Se ha especializado en diseño y ejecución de piezas en metales y piedras preciosas. Su hijo, Gustavo, ya está encaminado en la misma dirección”, dijo
Por otro lado, mencionó que su hija Nelly Ann es diseñadora y elaboradora de collares y pulseras al gusto de las clientas. En el caso de su sobrina Margie, detalló que les ha llevado a nuevos niveles en términos de promoción a través de Facebook e Instagram, y se encarga del área creativa.
Con relación a las metas futuras, resaltó que desean continuar adaptándose a las nuevas tecnologías y adquirir nuevas máquinas e instrumentos que ayudan a perfeccionar y acelerar la producción y las reparaciones.
“Seguimos adquiriendo mercancía que represente tanto el aspecto sutil y romántico de la joyería clásica como los diseños asimétricos y llamativos de los diseños más contemporáneos”, agregó Lilliam.
Destacó también que la familia continúa trabajando, desde la ciudad amurallada, por evolucionar una de las joyerías más antiguas de Puerto Rico.
“La inspiración de nuestro padre que llegó a San Juan desde Yauco en busca de nuevos horizontes y el destino lo llevó a encontrar lo que fue la gran pasión de su vida, el conocimiento de la joyería fina”, puntualizó.