Biblioteca Carnegie, guardiana silenciosa de libros
El edificio que alberga la biblioteca Carnegie en Puerta de Tierra, San Juan fue diseñado por Ramón Carbia en 1914. Constituyó el primero construido en Puerto Rico para ser utilizado específicamente como biblioteca pública.
Las obras comenzaron en 1914, en un terreno donado por el gobierno. La antigua Biblioteca Insular fue transferida a la Carnegie en junio de 1916 y la nueva instalación fue inaugurada el 27 de julio de ese mismo año.
¿Por qué el nombre Carnegie?
En 1901, el Comisionado de Educación de Puerto Rico, Martín Grove Brumbaugh, inició las negociaciones con el filántropo millonario Andrew Carnegie, encaminadas a dotar a San Juan de una biblioteca pública.
El Consejo Municipal de San Juan había acordado aportar $6,000 anuales para gastos de mantenimiento. El secretario privado del Sr. Carnegie, James Bertram, indicó que la cantidad acostumbrada del donativo era de 10 veces la aportación para el mantenimiento. No obstante Brumbaugh logró obtener la suma de $100,000 para la construcción de la biblioteca.
¿Cómo fueron los primeros años?
Los primeros cuarenta años de servicio fueron de éxito en la biblioteca de más de 9 salas. Llegó a contar con una membrecía de 18,000 personas, un promedio de 200 visitantes diarios.
A tenor con la Ley Núm. 222 de 28 de marzo de 1946, según enmendada, fueron asignados y puestos a la disposición de la Junta de Síndicos de la Biblioteca Carnegie seis mil (6,000) dólares, a fin de que la referida Junta organizara una biblioteca rodante.
También, el entonces denominado Departamento de Instrucción Pública fue autorizado a poner en funcionamiento, una vez organizada, la biblioteca rodante mediante la compra del equipo necesario y la prescripción de las reglas adecuadas a los fines de llevar a cabo tales propósitos. La biblioteca ofrecía servicios de «cajas viajeras», que consistían en unos anaqueles rodantes a través de los cuales se llevaban libros a las escuelas y comunidades aisladas.
¿Qué sucedió después?
En 1965 la biblioteca fue cerrada debido al estado de deterioro en que se encontraba. Fue remodelada de acuerdo al diseño original, con algunas alteraciones en los pisos y reabrió sus puertas en 1969.
En las décadas siguientes volvió a cerrar por temporadas y reducir su horario de servicio por falta de fondos.
Como consecuencia del paso del Huracán Hugo, la edificación sufrió daños significativos, llegando a representar uno de los mayores desastres en el campo de la bibliotecología en la isla.
Aun cuando la ciudad capital quedó sin una biblioteca pública, no fue hasta el año 1991 que el Departamento de Educación, apoyado por un grupo de ciudadanos interesados en la biblioteca, decidió restaurar el edificio.