Cinco datos interesantes sobre los orígenes de la danza puertorriqueña
La Danza es la máxima expresión de la cultura puertorriqueña. Hay danzas románticas y melancólicas: con frases largas, armonías variadas y tres o más partes claramente definidas. Otras son alegres y festivas: de forma breve y carácter retozón. Algunas juegan entre ambas variantes, pero todas conservan la esencia que caracteriza esa forma musical.
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1- Sus orígenes
El origen de la Danza Puertorriqueña no está claramente definido, pero la mayoría de los expertos coinciden en que sus comienzos fueron alrededor de mitad del siglo XIX. Según la versión propulsada por Braulio Dueño Colón, en la década de 1840 llegaron a Puerto Rico unos jóvenes inmigrantes de Cuba, que trajeron con ellos una nueva modalidad de danza para parejas solas, cuya música tenía más cadencia rítmica de baile que la hasta ese momento popular contradanza española.
2- De la “habanera” a nuestra danza
Esa nueva música era llamada «habanera» y se bailaba en parejas de un modo libre. A principio se utilizaba música cubana, pero más tarde los compositores puertorriqueños fueron haciendo su propia música en ese estilo, pero añadiéndole sus variantes y el sabor criollo del boricua.
3- ¿Danza vulgar y prohibida?
Inicialmente la danza fue rechazada por la alta sociedad, pero no así por la juventud, tal vez por el hecho de que al bailarla las parejas estaban muy unidas y podían hablarse calladamente al oído. Esto ocasionó que el gobernador Don Juan de la Pezuela emitiera su célebre bando de 1849 prohibiéndola, aunque no tuvo éxito en sus propósitos.
4- Tavárez: Padre de la danza puertorriqueña
Para 1870 ya estaba definida una nueva modalidad de la danza puertorriqueña que tenía por centro la ciudad de Ponce y por originador al pianista y compositor sanjuanero Manuel G. Tavárez, quien logró estilizar y depurar la danza vistiéndola de galas románticas e impartiéndole un ademán grácil, propio de la obra de salón francesa.
5- Juan Morel: Prolífico compositor de danzas
Más adelante Juan Morel Campos, discípulo de Tavárez y el más prolífico compositor de danzas, desarrolló el género al nivel que hoy conocemos. Esta nueva danza evolucionada estaba mayormente inspirada en el amor y la mujer, lo cual se refleja en sus títulos: Margarita, Idilio, De tu lado al paraíso, Mis Penas, entre muchas otras.