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La plena: tesoro musical puertorriqueño

La plena es un tipo de música folclórica puertorriqueña. Se caracteriza por su sencillez musical y la repetición de sus frases, especialmente los coros. Sus letras suelen ser un comentario cantado sobre asuntos cotidianos.

También llamada periódico cantado, la lírica de la plena trata, con frecuencia, acontecimientos y protestas de importancia. Puede tratar de acontecimientos históricos y catástrofes naturales. Algunas son festivas y entretenidas, mientras otras se sirven de sátiras solapadas para comunicar su mensaje

Las plenas son canciones de una sola unidad que se desarrollan en ocho compases a ritmo de dos por cuatro. Se distinguen por la participación de un solista que se conoce como el inspirador, además de un coro. Por lo general, el inspirador comienza con un estribillo y el coro le responde repitiéndolo. El inspirador tiene la libertad de variar la letra y la melodía, no así el coro.

Los instrumentos principales son los panderos. Estos toman su forma de dos aros superpuestos cubiertos en uno de sus lados por piel. Las interpretaciones tienen lugar mayormente con estos instrumentos de percusión, aunque con frecuencia se incorporan el güiro, la guitarra, las maracas, la trompeta, el trombón y las congas.

Sobre su surgimiento

El origen de la plena un tema controversial a lo largo de la historia. Muchos afirman que surgió a principios del siglo XX en Ponce. Sin embargo, algunos estudiosos, como Francisco López Cruz, señalan que en el siglo XIX ya se cantaban en el área de Bayamón y Naranjito varios temas popularmente conocidos que, aunque no se les conocía como plenas, auténticamente lo eran.

Diversas teorías

Una de las teorías dice que la plena se bailaba bajo la luz de la luna llena o plena, y, con el paso del tiempo, la música y el baile adoptaron el vocablo plena. Otra teoría plantea que en Ponce, alguien poseído en el frenesí de este baile, exclamó: ¡plena!, dando paso a que en adelante se le siguiera llamando de ese modo. Una tercera teoría identifica a un matrimonio proveniente de Barbados, Catherine George y John Clark, que a principios del siglo XX cantaban por las calles de Ponce acompañándose con una guitarra y un pandero. El señor Clark le decía a su esposa “play Anna”, y los puertorriqueños, al escucharlos, tergiversaron la frase hasta convertirla en plena.

Lo que se conoce con certeza es que sus orígenes son africanos. El etnomusicólogo Emanuel Dufrasne González plantea que es también una mezcla de elementos musicales provenientes de las Antillas Menores como la bomba puertorriqueña.

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